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Tres semanas mintiendo sobre el país en EE.UU.

Qué bueno estar de vuelta, porque la pasé muy mal. Como cada vez que viajo al exterior, fui sometido a interrogatorios pertinaces y malintencionados que me pusieron contra la pared. ¿Alberto es ...

Qué bueno estar de vuelta, porque la pasé muy mal. Como cada vez que viajo al exterior, fui sometido a interrogatorios pertinaces y malintencionados que me pusieron contra la pared. ¿Alberto es real o es una creación de la inteligencia artificial? ¿Cómo es que una condenada por robarle al Estado 1000 millones de dólares se pasea por universidades dando clases magistrales? ¿En serio el ministro de Economía que ya tiene una de las tres inflaciones más altas del mundo pretende ser presidente? ¿Máximo Kirchner podría superar las pruebas Aprender? ¿En Juntos por el Cambio están a sueldo de Milei? Todas las preguntas en ese tonito irónico que tanto detesto. Intenté zafar. Ya saben: afuera jamás critico al país, y menos cuando hablo con think tanks, bancos de inversión, lobbies empresariales... Cometí un solo error, del que no me salva el hecho de vivir desde hace años bajo el yugo del cepo: estando en Wall Street, salí a la calle y, pegado al legendario toro, me hice una selfie con un dólar.

Pensaba mandarle la foto a Massita, contándole que había conseguido más plata que él en China, pero desistí: dicen que no está para bromas, que ya no se ríe ni con Rolo Villar.

Mi primer destino fue, en el Caribe, Saint Kitts and Nevis (Cafierito, me refiero a San Cristóbal y Nieves), un paraíso fiscal al que fui convocado en mi condición de argentino: es decir, alguien que lleva 20 años viendo a funcionarios kirchneristas, y no solo kirchneristas, poniendo a buen resguardo su dinero. Resolví la cosa de manera sencilla: me había leído unas cuantas notas de Hugo Alconada Mon, las recité casi de memoria –por supuesto, sin citarlo– y me entregaron un diploma de experto en refugios financieros. Terminada mi faena, hui a las playas de esas islas de ensueño, con arenas blancas y aguas tibias y transparentes de color turquesa. Les juro, me dieron ganas de fichar para el Frente de Todos.

Después estuve cinco días en Miami. Apenas llegué me advirtieron que se acercaba la temporada de huracanes, y que el primero, Cristina, iba a ser devastador. Caí como un idiota. Me desquité al hablar en un foro económico: al descubrir que en la platea había connotados buitres, sostuve que el desendeudamiento de los Fernández había sido tan brutal que nunca más los títulos soberanos argentinos iban a ser carne de especuladores. Algunos se rieron (la deuda del país creció con este gobierno US$68.625 millones) y otros me persiguieron por los pasillos con mal talante. La playa fue, nuevamente, un buen escape. Lástima el sargazo, esas algas espantosas que enturbian el mar. ¿Aguas turbias? ¡Avanzada kirchnerista en el sur de Florida!

De Miami, a Nueva York y Washington: la peor etapa del viaje, y la más larga. Ahí es donde fui víctima de los cuestionamientos y las preguntas más punzantes. Justo había circulado, tipo meme, la foto de Alberto bajando del avión en Mar del Plata con una guitarra. Oculté que su mandato de hecho ha terminado y que solo le queda seguir desafinando, ahora con seis cuerdas. “Es obvio que su gestión no ha colmado todas las expectativas –admití–, pero cuidado: canta mejor que Macri”. De Cristina recordé que el fallo no está firme, y que recorre universidades porque en el futuro se ve como una buena profesora de economía, medicina, teología, física, astronomía... Salvo el derecho, que le resulta muy intrincado, no le va a hacer asco a ninguna disciplina. Está pensando en escribir un nuevo libro, Lawfare salvaje, y promete que antes de terminarlo habrá aprendido a pronunciar esa maldita palabra.

Claro que en las dos ciudades no están mirando tanto a los Fernández: el mayor interés se vuelca sobre Massita. Ahí tiene muchos amigos, gente que lo respeta, y por eso les resulta extraño que se distraiga con su postulación cuando debería enfocarse en la inflación. “Una cosa lleva a la otra –expliqué–. Es muy distinto plantarse frente a los formadores de precios como ministro fracasado que como candidato presidencial”. ¿La misión a China, que estaba por empezar? Hablé maravillas, obvio. Dije que engatusar a los chinos es recontra fácil, que a cambio de poder usar los yuanes para controlar el dólar no nos van a pedir nada, que Máximo llevaba saco y no buzo de jogging, y que el viaje no se hizo antes porque solo el nuevo avión tiene capacidad para trasladar la millonada que iba a conseguir Massita.

Me preguntaron si el tarifazo en luz y gas estaba provocando disturbios o piquetes. Respondí que el peronismo había aprendido la lección: nada de hablar de ajustes salvajes, despotricar contra el FMI o tirar toneladas de piedras. Apenas se trata de una readecuación, lógica en el contexto de la Tercera Guerra Mundial en Ucrania. ¿Habrá ayuda de los Brics al país? Sí, pero piden negociar con Kicillof. ¿Se esperan turbulencias financieras por el agotamiento de las reservas? Es posible; lo que no se agotarán son las giras de delegaciones que salen a mendigar.

Feliz de estar otra vez acá. Necesitaba volver a contar la verdad.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/tres-semanas-mintiendo-sobre-el-pais-en-eeuu-nid03062023/

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