Una recorrida por las calles, una mirada a las vidrieras de los negocios de ropa masculina, nos trae esta evidencia: los hombres nos vestimos cada vez peor. Por “peor” entendemos más desgarbados, desprolijos. De negro, gris o verde oscuro.

En el New York Times, el periodista David Mack defiende esta tendencia y señala una causa: que la pandemia afinó “la línea divisoria entre espacios formales e informales, entre lo profesional y lo no profesional”, y la ropa de entrecasa –remera y jogging o jean– se convirtió en la de andar por la calle; prendas blandas y cómodas, gorra y estilo casual.

La industria de la moda tomó nota de esta tendencia y ofrece pantalones más cómodos que parecen jeans; o ropa de marca oscura, gastada, rota, de mala calidad: una desprolijidad calculada y cara.

Los niños verán pasar por la calle a los últimos dandis, los señalarán con el dedo y exclamarán: “¡Mamá! ¿Qué es eso?”. Y la antimoda se volverá la moda del futuro, y eso que aquí llamamos fealdad será llamado belleza. ß

Algo más...

El escritor italiano Umberto Eco escribió un artículo llamado “El pensamiento lumbar”, donde relacionó la vestimenta con el pensamiento: la vestimenta cómoda de los filósofos griegos con los jeans de nuestros pensadores. ¿Cómo pensarán los escritores que usan chupines? ß

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/la-era-del-desalino-nid03062023/